“O hasta que [el pecador]
se arrepienta tan sinceramente que sus pecados premeditados se vuelvan
verdaderos méritos. Esto es [logrado mediante] el "arrepentimiento por
amor [a Di-s]" proveniente de las profundidades del corazón, con gran amor
y fervor, y de un alma que apasionadamente desea unirse al Di-s bendito, y
sedienta de Di-s como un suelo reseco y árido [tiene sed de agua]. Porque, dado
que hasta ahora, [antes de arrepentirse,] su alma había estado en un desierto
árido y a la sombra de la muerte —que es la sitrá ajará— y muy alejada de la
luz del Divino Semblante, en la máxima medida posible, en consecuencia su alma
está [ahora, al "arrepentirse por amor",] todavía más sedienta que
las almas de los justos [que jamás pecaron]. Tal como dijeran nuestros Sabios:
"Donde están los penitentes [no pueden pararse los perfectamente
justos]". [Sólo] en lo que se refiere al arrepentimiento surgido de tan
inmenso amor se ha dicho que los pecados premeditados [del penitente] se
transforman, para él, en virtudes, ya que a través de ellos ha llegado a este
gran amor.”
Tania, cap. 7. Rabí Shneur
Zalman de Liadí
“Porque el hombre fue creado así desde su
nacimiento, de modo que cada persona pueda, con el poder de la voluntad de su
cerebro, contenerse y dominar el impulso de los deseos de su corazón, evitando
que los deseos de su corazón encuentren expresión en la acción, la palabra y el
pensamiento, y [puede, si su mente lo quiere], desviar su atención
completamente de lo que su corazón ansía [y dirigir su atención] en dirección
exactamente opuesta, principalmente en dirección a la santidad.[…]
Análogamente, [no permitirá que sentimientos
malos encuentren expresión en el pensamiento, la palabra y la acción] en
cuestiones " entre el hombre y su prójimo". Apenas se eleve de su
corazón a su mente cualquier animosidad u odio, Di-s libre, o envidia, ira o
resentimiento y similares, no los aceptará en absoluto en su mente y voluntad.
Por el contrario, su mente predominará y dominará los sentimientos de su
corazón, para hacer exactamente lo opuesto [a lo que el corazón desea], o sea,
comportarse hacia su prójimo con bondad y exhibir hacia su prójimo un amor
desproporcionado, soportando de él hasta el máximo extremo, sin enojarse, Di-s
libre, ni tampoco retribuirle en la medida de su actitud, Di-s libre, sino, por
el contrario, pagar a los ofensores con favores, como está escrito en el Zohar que debemos aprender de [el ejemplo
de] la conducta de Iosef con sus hermanos.”
Tania, cap. 12. Rabí Shneur Zalman
de Liadí
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